“Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”

Hechos 4:12

Nuestro Credo es Bíblico y Trinitario, difiriendo de las doctrinas Ortodoxo Griega, Católico Romana y Anglicana, entre otras, describiéndose en 8 puntos doctrinales.

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1. La personalidad de Dios

Esto indica que posee los atributos propios de la personalidad, que tiene inteligencia, sentimientos y voluntad, cualidades que sólo corresponden a la persona. Por tanto, Dios piensa, siente y quiere. Llamamos Divina Trinidad a Dios, sosteniendo que en la unidad del Ser Divino hay tres personas distintasPadre, Hijo y Espíritu Santo, quienes son consubstanciales, coeternas y coiguales.

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2. La Biblia es la palabra de Dios

La Biblia es la palabra de Dios inspirada divinamente y, por lo tanto, la única regla de nuestra fe y a la que debe ajustarse nuestra vida. Conocida también con el nombre de Santa Escritura, la Biblia es guía de salvación para el ser humano. Por medio de ella el hombre sabe que hay un Dios único y verdadero, y sabe cómo acercarse a Él y conocerle.

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Entendemos la salvación como el estado de liberación espiritual y de gracia y perdón, al que somos conducidos por el Dios único, cuando por medio de la fe en el Señor Jesucristo, somos aceptados en Él y hechos hijos de Dios. El Señor Jesucristo nos salva del pecado, de la servidumbre del pecado, de las consecuencias y del autor del pecado. Lo único que necesita la persona para ser salva es arrepentimiento y fe en el Señor Jesucristo, porque escrito está en Hch 4:12: “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” De modo que nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, Jesucristo, el Hijo de Dios.

3. Cristo Jesús es el único y suficiente salvador de las almas

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Bíblicamente, santo y santidad significan “ser separado” a fin de vivir para Dios y servirle. La verdadera santidad caracteriza los actos externos, pero más todavía el móvil o la intención del corazón. Creemos en la santificación posicional que comienza desde que el ser humano cree en Cristo Jesús y es regenerado por el Espíritu Santo. Creemos también en la santificación progresiva porque el creyente debe seguir la santidad. Santificador es el Espíritu Santo que actúa en nosotros los creyentes, conduciéndonos a una vida de perfección en Cristo, hasta que la gracia de Dios brille en nosotros y la imagen de Cristo sea formada en nuestra vida.

4. La Santificación, como una parte integrante de la experiencia de la salvación, es indispensable para ver a Dios y para vivir eternamente con Él

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5. El bautismo con el Espíritu Santo y fuego, concedido por el Señor Jesucristo, es una experiencia necesaria para el progreso de la vida divina en el creyente y para llenarle de poder

El bautismo con el Espíritu Santo es el acto del Señor Jesucristo por el cual los creyentes somos investidos con poder desde lo alto cuando viene sobre nosotros el Espíritu Santo, llenándonos de su plenitud y concediéndonos la facultad de hablar en otras lenguas. Esto es una señal divinamente designada de que tal investidura se ha realizado en nosotros. Categóricamente afirmamos que el bautismo con el Espíritu Santo es una de las grandes realidades del cristianismo y es una promesa de Dios en el Antiguo Testamento que tiene su cumplimiento en el Nuevo Testamento.

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6. Creemos que el Señor Jesucristo es el sanador de nuestros cuerpos mortales cuando estamos enfermos

Nuestra fe cristiana en la sanidad divina se apoya en las promesas de Dios escritas en la Biblia. Después de la caída, Dios le dio al hombre la promesa de un REDENTOR que vendría a librarlos del estado de ruina y miseria en que había quedado. El Mesías venía a salvar al ser humano del pecado y de todas sus consecuencias, una de las cuales es la enfermedad. Por ello, en su muerte expiatoria el Señor Jesucristo proveyó una doble sanidad para nosotros, tanto física como espiritual.

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7. Creemos en la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo

La doctrina de la Segunda Venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Él mismo prometió a sus discípulos que vendrá por segunda vez para llevar con Él a los suyos. La Segunda Venida del Señor es una necesidad absoluta para que el plan de Dios llegue a su consumación. Ciertamente, el momento de Su Venida nadie lo sabe, y se han hecho infinidad de conjeturas y cálculos al respecto. Pero de lo que sí estamos seguros es que Él vendrá otra vez y de que el tiempo de su venida se aproxima. Como no sabemos el día ni la hora en que esto sucederá, debemos vivir en santidad, preparados para este glorioso acontecimiento.

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Los creyentes tenemos un cuerpo mortal y corruptible, y tendremos que morir y ser presa de la corrupción en el sepulcro, por razón de que el postrer enemigo que será destruido es la muerte, y esto así seguirá hasta que Cristo venga y nos lleve con Él. Tanto la resurrección como la inmortalidad del creyente deben entenderse en relación con la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo y como acontecimientos simultáneos a ella. Todos los creyentes de todas las épocas que ya han muerto y los que vivan en la Segunda Venida del Señor, seremos transformados. Desde ese momento unos y otros seremos hechos inmortales y nunca más estaremos sujetos a la muerte, sino que por toda la eternidad tendremos un cuerpo glorificado e inmortal de acuerdo con la poderosa obra redentora de Cristo el Señor.

8. Creemos en la Resurrección e inmortalidad del creyente